Aquí se escribe sobre...

Todo aquello que aún se recuerda de nuestra infancia, los juegos, las experiencias, lo que comíamos, lo que veíamos o lo que creíamos que eran las cosas cuando nadie nos explicaba. Aquí se retrocede para traerlo de vuelta

Wuacala!!!!!!!!!!!!!!!!

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día lunes, noviembre 30, 2009



Mi polola me contó hace poco, que tenía en la memoria el recuerdo fijo de esconderse para comerse los mocos. Por eso la quiero tanto. Porque no tiene filtros conmigo. Pensé entonces en mis momentos asquerosos cuando chico. Porque pareciese que cuando niños una cosa que nos sale bien es ser asquerosos.
Mi madre se acuerda que yo a los 2 años me escondía para hacer caca detrás de los sillones, cosa de la cual no he podido defenderme por no tener uso de razón en aquellos tiempos, pero debió causarle cero gracia.
Creí por mucho tiempo que no poseía de aquellas actitudes marranas, hasta que de lo mas profundo de mi inconsiente surgió el recuerdo oscuro de un período de mi niñez, que quizás por vergüenza estaba sepultado.

Me gustaba comerme los chicles que encontraba pegados en cualquier parte.

Lo dije. No hay explicación y el recuerdo es vívido. Creo sentir todavía la masa sin sabor y con residuos de la superficie en que se encontraban pegados. Me dio asco recordarlo, pero sobretodo por no tener pudor alguno sobre lo que hacía. Yo sabía que estaban masticados por quizás quién, y aún así algo mecánico en mí se activaba y me llevaba a probarlos como por inercia.

Comparta su asquerosidad con nosotros, no tenga miedo, total son cosas del pasado...Espero

Me han pescado menos

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) , | El día jueves, septiembre 10, 2009

Este post es en honor a mi querida madre, la cual marcó mi infancia para toda la vida. Me compró en dos circunstancias distintas, el mejor y el peor regalo que un niño podría esperarse.
El peor creo que fue cuando iba en octavo básico. Como iba un año adelantado siempre fui el pequeño, y además no tenía intenciones en querer verme más grande. No así mis compañeros de curso. Se acercaba el término del año escolar y siempre nos hacían un regalo. Esta vez no era la excepción y yo ya sabía lo que quería. Estaba dispuesto a no tener regalo de navidad (gran sacrificio para un niño) con tal de que me compraran mi anhelado "GIJOE". Era una serie de hombrecillos articulados como ningún otro mono de aquella época. Prácticamente se doblaba en codos y rodillas y giraba como si fuese un hombre en miniatura. Sólo quería uno. No tenía idea de cuanto costaban, en ese tiempo mi concepto del dinero era que con 10 pesos me compraba 10 alkas, con 5 un media hora, y con 12 un miti miti.
Llegó el acto de fin de año y el esperado momento.
Mientras en el curso todos abrían tranquilamente el papel que envolvía las billeteras "Maui" que habían pedido, y sonreían con sobria satisfacción, yo ya había despedazado el envoltorio para enfrentarme cara a cara con el juguete que me haría feliz por toda la vida (según yo). Cuál debió ser mi cara de shock cuando abrí la caja y mi profesora me preguntó si me encontraba bien. Creo que recuerdo bien la sensación de sudor frío en la espalda y de imaginarme a mi mamá, con una cara diabólica apuntándome con el dedo. Me habían regalado un "Silver Hawk"… no un GIJOE. Para los que no entienden de lo que hablo y si las imágenes no bastan, eran lejos los monos más tiesos que alguien había fabricado jamás. Medían el doble de lo que media un GIJOE. Sólo movían los brazos verticalmente arriba y abajo y la cabeza horizontalmente. Sé que suena poco agradecido de mi parte, pues al menos me regalaron algo. Yo nunca fui mal críado y menos mimado. Es más nunca le pedía nada a mi mamá. Por eso cuando lo hice, esperaba una total comprensión del asunto. Era un niño, pero las torturas que cometí con ese mono del demonio, ya las quisieran haber ideado Hitler,
Pinochet o algún otro de la misma maldad. De aquí sale la frase que siempre digo, cuando hablo y nadie me escucha: “Me han pescado menos, un vez le pedi a mi mamá un Gijoe y me regaló un silver hawk”. A mis 29 años mi madre aburrida de que la molestara con el chiste de siempre, me compró el famoso GIJOE que hoy ocupa honroso un lugar entre la tableta de los inciensos y otros monos con los que ha tratado de pagar el error.

El mejor regalo en realidad no lo fue sino hasta este año, cuando descubrí la magia escondida detrás de éste. Estaba en el jardín Infantil y nos hicieron dibujar lo que queríamos que nos regalara el viejito pascuero. Yo me acuerdo haber dibujado cualquier cosa, dejé volar mi imaginación, no con el fin de poner a prueba al viejo ese, sino porque me daba lo mismo si me lo regalaba o no. Entonces (Ojo que estamos hablando de la precariedad de los juguetes de la década de los ochenta digamos año 84, 85 por ahí) logré con mi trazos zurdos y burdos esbozar lo que vendría siendo un cinturón galáctico, con botones y que hacía ruido. En la parte del broche tenia una especie de cabeza de robot. La verdad no se de donde saqué una idea así. No era un juguete que yo hubiese visto, ni en la tele ni en alguna vitrina en el centro. Me dio la volá artística y lo hice.
En efecto me llegó el cinturón, tal cual como me lo había dibujado. Yo me asombré, y disfruté el juguete como cualquier niño complacido. Pero no fue sino hasta hace poco cuando le tomé el peso de lo que había logrado mi madre, quién al preguntarle si era tal como lo recordaba, lo confirmó y agregó que era lejos uno de los regalos más raros y difíciles que había pedido.
A mi viejuja la amo con todo mi corazón y ahora todo esto son recuerdos de mi infancia. Pero en su honor cuento la historia para cerrar el ciclo diciendo que mi vieja, simplemente SE PASÓ y que nunca es tarde para recibir un "GIJOE".

Paaare Chofer!

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día miércoles, julio 29, 2009


Me da nostalgia. La micro la tomé alguna vez cuando costaba 50 pesos. Esas que tenían como caras de animales siempre con los ojos alerta. Asientos como butacas viejas de cine y el suelo metálico con diseños de palitos zigzagueantes. Cuando era chico si alguien me preguntaba donde vivía yo respondía con total seguridad "Bilbao Lo Franco" qué iba a saber yo que ese era el nombre del recorrido. Las micros eran antes muy distintas entre sí. Variaban en tamaño, forma, marca, colores, llantas. Me gustaban sus neumáticos con huincha blanca, su palanca de cambios con insectos en la bola, o ese material como de pelota saltarina, sus distintos ruidos del motor. Cómo olvidar sus letreros de recorrido "Pila-Ñuñoa", "Carrascal-San Carlos", "Nuevo Amanecer", "Plaza Egaña-Lourdes" o "Matadero Palma" de la línea cuatro Ases.
Cuando salieron las amarillas, fue un duro golpe a mi viaje en micro. Toda esa ansiedad del gobierno por ordenar lo que en realidad no molesta. Si hasta los boletos desaparecieron, para matar la entretención. Ya nadie suma los números para saber con que letra empieza el nombre del amor de su vida.No creo que hayan sido mejores en calidad de servicio, que los buses de ahora. Pero tenían colores, tenían vida, detalles en que distraerse. La gente ahora se sube a un bus sin espectativas, pues todos saben que es blanco con verde, ni tampoco espera un vuelto y un boleto. ahora todos nos ponemos audífonos para ni siquiera mirarnos










Game Over

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día lunes, julio 13, 2009

En algún año de la década de los 80 para el día del niño, mi hermana y yo recibimos el famoso ATARI 800 xl. Increíble máquina que sellaría el destino de cientos de horas dedicadas a matar gente, saltar plataformas, disparar y miles de cosas más que se pueden realizar con los video juegos.













Ahora, que ha pasado un buen tiempo. Ahora que he jugado Play 3 Nintendo Wii y los mejores juegos de pc y online, es cuando reviso mis primeros juegos de pequeño y me doy cuenta de que en realidad eran unos bodrios de historias y animaciones rancias,
pero cargadas con toneladas de nostalgia, que definitivamente me harían jugarlos una vez más sólo por repetir la experiencia, hasta dármelos vuelta. En la juerga del video game, esto significaba completar las mil y un etapas descaradamente iguales entre sí salvo por una pequeña dificultad adicional.













Ejemplo, si en la etapa uno de Pitfall, habia un lago con tres cocodrilos y una liana que se movía infinitamente de izquierda a derecha, en el segundo escenario habría la misma laguna pero sin la liana. Obvio que habría una forma para avanzar, pero tendrías que morir ocho veces
antes para averiguar como (o más si eras menos pillo como yo).

Y a usted... que juego le viene a la memoria?
Cito aquí los mas importantes para mi (independiente de la plataforma)
- Bruce Lee
- Moctezuma
- Pitfall
- River Raid
- Prince of persia
- Cobra
- Pacman


Sigan Ustedes...













Devil Haircut

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día jueves, julio 09, 2009




Al colegio ya no quiero ni entrar... ¿A quién no le pasó?
Me cortaron el pelo como príncipe valiente, al mismo tiempo que mi hermana, me hicieron algo parecido a un mullet, quise tener mohicano, me dejaba una colita, y hasta el corte de pelo de champignon famoso por nick carter (Back Street Boys). He pasado por tanto corte de pelo que ya ni me acuerdo. He probado raparme al cero, he probado dejarme el pelo hasta una cuarta bajo los hombros. Todo lo que he podido hacer, lo he hecho, pero lejos la época más oscura de mi vida fue cuando las decisiones sobre mi moda, las tenía mi mamá. Dicen que uno cuando niño no le importa mucho como lo visten o como se peina, si lo único que le interesa es jugar....
FALSO!!!!!
No sé si yo era muy vanidoso, pero me importaba como me peinaran. Y sufría cuando mi madre me miraba con seriedad, y decía "hay que cortarte ese pelo". Muchas veces sufrí la experimentación en carne propia de los intentos de mi madre por ganarle a las manualidades y a su pésima motricidad fina. Claro que ella pensaba que sus dotes de Educadora de Párvulos podrían con un corte de pelo, sin problemas.
Más de alguna vez recé para que no me viese tan mal, para que llegase alguien a rescatarme de aquellas manos inexpertas, y me llevara a un mejor destino. Creía que si el pelo lo mojaba seguido, crecería y reduciría las evidentes diferencias de longitud y espesor que se habían cometido contra mi voluntad.

Tuve también mala suerte. Si mi madre cedía su puesto de verdugo a un peluquero profesional, nunca faltaba el que no tomaba en cuenta mi opinión o el que simplemente no podía. Una vez me cortó el pelo un tipo que era turnio, en el Centro Comercial Madrid. Todavía lo recuerdo a él y su boina. Fui como me dijo mi madre, sólo a la peluquería y le dije que quería corto a los lados y un poco menos corto arriba. Obvio que sus ojos bizcos me dieron algo de desconfianza, pero él era peluquero y yo tan sólo un niño de ocho años...
Por dos meses en el barrio me dijeron "Pelao".
Quizás mi vida pase y culmine sin yo haber encontrado el corte de pelo con el cual me sienta cómodo. Quizás soy muy mañoso, mi pelo es indómito, o mi cara no le hace juego a ningún corte. Pero estoy contra reloj, pues la calvicie me está pisando los talones, y ahí si que ya no habrá
tijeras que mejoren mechones escasos en mi gran frente

Trepar árboles

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día miércoles, julio 01, 2009

Nunca hubo mejor lugar donde estar para mí. No se necesitaba de permiso, hora, o reglas, tan sólo elegías uno y te subías a él. Con el tiempo uno creaba sus preferencias, se exigía nuevos desafíos y evitaba algunos para que mamá no nos castigara por llegar con la ropa con resina.

Todavía trepo árboles, cuando puedo, pues es mi lugar feliz. Donde todo estaba bien. Podía gastar el tiempo que tenía, el cual era inmensamente bastante, y pensar en que cosas haría después. Un árbol cambiaba la forma de ver al mundo. Cuando uno es niño, todo es amorfo, muy grande: Tus padres, tu bici, la puerta de tu pieza, todo. Pero al subirte a un árbol, el grande eras tú.
Para mí era un poder adquirido, una especie de visión extra. Me creía invisible, al acecho. me subía y me escondía horas viendo pasar a la gente. A veces me ponía una polera en la cabeza y ropa negra y me creía ninja. a veces simplemente necesitaba mostrar mi destreza trepando, Ahora sólo subo un árbol para recordar aquella época donde el tiempo se sentía como una larga sábana tendida al sol secándose lentamente




Michael Jackson (escrito por C)

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día martes, junio 30, 2009

Extraído del blog de El lado C

Horas y horas me pasé con la oreja pegada al parlante. In the closet. Ese era el tema que quería grabar en un cassette. Me gustaba el video, lo había visto en la tele. Era 1993, y él venía a Chile. Yo ya lo había escuchado, quién no, y a mis nueve años me gustaban Thriller y Beat It. Beat it es uno de mis all times favorites. No pude ir al concierto porque era muy pequeña.
En 1996, algún día en verano, escuché los beats de Black or White saliendo de la ventana de la casa del lado. Nos habíamos mudado hace poco y no conocía aún a mis vecinos. Pero a alguien le gustaba Michael Jackson...y de hecho, era má fanático que yo. Él e internet llegaron a mi vida al mismo tiempo. Nos quedábamos bajando canciones hasta tarde. Human Nature, recuerdo. Y el video de Earth Song. Y todas las letras. Las traduje todas y les pegamos unas fotos de fondo. Man in the Mirror era la que nos gustaba más.
Cuando empezamos a pololear, escuchábamos un disco de Jackson Five. Habíamos estado separados por meses, pero esa canción, I´ll be there, decía todo lo que no nos alcanzábamos a decir por teléfono. Yo la escuchaba en Londres, él en Talca. Y ese día, juntos. Nuestra primera adquisición conjunta fue el disco Invincible, y nos dedicábamos Speachless. porque el amor era tan grande que el "te amo" no alcanzaba. No habían palabras. You are my life, lo teníamos clarísimo. You rock my world, desde siempre. Nos compramos los discos remasterizados Off the Wall y Thriller. Yo tenía nuevos Dangerous y Blood on the Dance Floor, y él los dos de History. Teníamos revistas y posters. Y él, en su pieza una foto mía con la estatua de Michael en el museo Maddamme Tousseaud´s de Londres.
Don´t walk away, le supliqué una noche. I just can´t find the right thing to say, I´ve tried but all my pain gets in the way...
Michael Jackson fue la letra y música de mi historia de amor. Y hoy, ha muerto.
Una vez le escribí en su página lo importante que era su música en mi vida. Que sus canciones me habían juntado con el amor de mi vida, que nos habían regalado momentos perfectos. Hoy veo que era mucho más, su música fue muchas veces nuestro único lenguaje. Si nos peleábamos y él ponía Speachless en el PC era porque quería reconciliarse. Y I`ll be there fue siempre nuestra canción. Hasta el final, era lo único que compartíamos de verdad.
Nos imaginábamos que cuando este día llegara íbamos a llorarlo juntos.



Las Retrocletas

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) , | El día domingo, junio 21, 2009

Debi tener unos cinco o seis años, nunca me acuerdo bien de las edades, pero sé que era muy chico para una bicicleta, y muy grande para andar en coche. Mi madre me había regalado un auto a pedales. y lejos era lo más novedoso para mí, en cuanto a experiencias se trataba. Era por decirlo así, un niño ya independiente. Podía llegar donde quisiese sin bencina ni peajes, sin que mi madre me tuviese que llevar. sentía en mi cara el viento de la aventura, mientras pedaleaba a toda fuerza por las calles de mi barrio. Obvio que no
cruzaba las calles, sino que daba vueltas a la manzana, pero eso ya era para mí, insuperable.

Donde vivía, tuve la suerte de tener muchos amigos y si bien no era el líder, nunca me importó, era mejor así, simplemente era uno más de la pandilla.
Habían tres hermanos, dos hombres y una niña. Me acuerdo de ellos por dos razones. La primera era que podían voltearse los
párpados hacia arriba, y dejárselos así para asustar a los más pequeños de la pandilla, como yo. Los tres podían hacerlo y en verdad se veían horribles.
La otra razón es que tenían unas bicicletas extrañas. No eran como
las de los otros niños, a quienes los veía siempre en sus BMX ochenteras. las de los hermanos tenían otra geometría, otros colores, otros diseños. Usaban asientos grandes y largos, y frenaban hacia atrás, tenían cartones en los rayos, varillas que colgaban en sus puntas banderines y colas de zorros. me daban miedo en realidad, eran como rebeldes, como maldadosos
y sus bicicletas eran el fiel reflejo. Pasaron los años y el recuerdo se fue tapando con miles de otros quizás más frescos, o más importantes hasta que 25 años después, una pareja me trajo de regreso aquellos
momentos. Nos juntamos a andar en bici un día y llegó con su "Caloi Berlinetta". Mucha gracia no
le encontré, pero al subirme a ella fue como si redescubriese la forma de andar en bicicleta. Tenía mucho estilo y era tan cómoda que fue en ese momento cuando descubrí una nueva afición. Le compre a un caballero en una feria de San Pablo una destartalada Caloi Fórmula C y la restauré con un amigo. Después siguieron otra y otra más y así hasta llegar a tener 8 bicicletas. Vendí por espacio algunas, casi todas a gente conocida. Todavía tengo ese instinto de ver una bici rara y descubrir una de esas retrocletas. Nada como ellas

La porotera del pueblo

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día jueves, junio 18, 2009

Tuve la suerte de vivir en unos edificios al estilo block. los típicos de 4 pisos, de ladrillo y balcón pequeño. Tenía miedo a pararme en él, pues sentía que se caería en cualquier momento. Vivía en un cuarto piso y mi balcón daba a un estanque de agua de cemento del tamaño de una cancha de tenis donde generalmente se reunía la gente a jugar paletas, andar en patines o a conversar simplemente. Yo pertenecía a un grupo de amigos de los blocks y siempre hacíamos cosas juntos. Arrendar películas, salir a andar en bici, jugar a las escondidas y de vez en cuando enfrentarnos a otras "pandillas". Ahora que lo pienso era bastante descarnado el enfrentamiento, y el sonido que provocábamos también lo debió ser.

Nuestra arma letal, la porotera, construída con un globo que se le cortaba la punta; una botella desechable cortada usando solo la parte angosta; elásticos para sujetar ambos materiales; porotos garbanzos lentejas y/o esos frutos rojos que daban algunos arbustos, como municiones.

Ese era el modelo básico. El que manejábamos todos, pues el que podía gastar plata se compraba un yoghurt bliss y lo cortaba. quedaba notablemente mejor.

El poroto, lenteja o elemento a ser arrojado, se insertaba dentro del envase y se tomaba con las manos, una vez dentro del globo. Luego se estiraba éste para darle intensidad y al soltarse generaba un sonedo hueco, cuyo eco se escuchaba en todo el vecindario.

Si el globo no era muy malo te duraba lo suficiente como para ganar un combate o hasta que los conserjes te requisaran el arma. Luego a esperar que tus papás compraran otro envase desechable, y ahorrar para unos globos y elásticos.

los porotos podían hacer tanto daño que casi quebraban los vidrios.
Nunca lo hicimos de maldadosos, sino por simplemente querer disparar algo.
Una vez le disparé a una paloma. No murió. y ahora me arrepiento de haberlo hecho

DÍAS DE INOCENCIA

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) , | El día lunes, junio 15, 2009

Independiente de la década en que hayas nacido, Este blog habla sobre retroceder en el tiempo cuando las cosas fueron mejores (según el dicho).
Cuando uno es niño entiende con suerte el 5% de lo que sucede, de como funcionan las cosas. Una gran forma de comprender al mundo son las explicaciones que te da el entorno. Tu familia, tus amigos y tus profesores. Pero no todos pueden con un niño cuando está en el período de los "Por qué"
Cuando la gente se cansa de contestar empieza a responder tonteras, que para un niño con total confianza en lo que le dicen puede resultar la verdad absoluta.

He aquí 3 experiencias que ejemplifican nuestra edad de la inocencia. Algunas personales otras de amigos.


* Mi tía decía que si no me comía el pan se pondría duro y se convertiría en bichos. Yo obviamente no dude y desde ese momento pasé a ser el "tonto del pan" Ya no creo que se convierta en bichos, pero por si acaso.








* Un amigo que tengo pensaba que existía una raza especial de perros que de vez en cuando aparecían en todos lados. Los famosos y numerosos "perros de dos pisos"






* Aunque no veía fútbol muy seguido en la televisión, el efecto que esto me producía, repercutía en la vida real. Cuando veía un partido en vivo y en directo en la cancha me quedaba pegado mirando al arco esperando las repeticiones de los goles. Mal por mí, bien por la televisión y su efecto distorsionador de la realidad.





Ya saben entonces, si tienen hijos, díganles las cosas como son y así evitarán que se pasen unos rollos medios psicodélicos.

Y ustedes...¿Algún recuerdo de sus días de la inocencia?

El día se va ... la noche llegó

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día lunes, junio 15, 2009

Antes los niños tenían un horario para acostarse, y aunque muchos no lo recuerden era a las 20:00 horas, cuando el canal 13 ponía estos dibujos para terminar el día. Asombrosamente uno se dormía súper temprano y después de eso venían las noticias hasta las 21:00. O quizás yo era el único pavo que hacía caso.

Personalmente me deprimían un poco estos dibujos porque me hacían acordar de que no había hecho las tareas, no habría comprado los materiales para Artes Plásticas, o no había estudiado para la prueba. Lo mismo me pasaba con el "Jappening con JA" los domingos

Comerse los jugos con la mano

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Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día martes, junio 09, 2009



Mis preferidos eran el de guinda y el de frambuesa. Aunque cuando no compraban de esos, el de naranja y limonada siempre era buenos también. El de Piña era la clave cuando no quería que mis padres se enteraran que me comía los jugos. No me quedaba el tinte en la lengua ni en las manos aquél sabor, en cambio con los otros, ningún jabón funcionaba. Me acuerdo esa sensación de comérmelos hasta que me dolía la lengua y mis papilas quedaban hinchadas. A veces sacaba uno y me iba con mis amigos a algún lugar a comer tranquilos. Aquellos días, el único problema en nuestras vidas era que no nos descubrieran.