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Todo aquello que aún se recuerda de nuestra infancia, los juegos, las experiencias, lo que comíamos, lo que veíamos o lo que creíamos que eran las cosas cuando nadie nos explicaba. Aquí se retrocede para traerlo de vuelta

Trepar árboles

Recordado por Quiltro | Categoría(s) | El día miércoles, julio 01, 2009

Nunca hubo mejor lugar donde estar para mí. No se necesitaba de permiso, hora, o reglas, tan sólo elegías uno y te subías a él. Con el tiempo uno creaba sus preferencias, se exigía nuevos desafíos y evitaba algunos para que mamá no nos castigara por llegar con la ropa con resina.

Todavía trepo árboles, cuando puedo, pues es mi lugar feliz. Donde todo estaba bien. Podía gastar el tiempo que tenía, el cual era inmensamente bastante, y pensar en que cosas haría después. Un árbol cambiaba la forma de ver al mundo. Cuando uno es niño, todo es amorfo, muy grande: Tus padres, tu bici, la puerta de tu pieza, todo. Pero al subirte a un árbol, el grande eras tú.
Para mí era un poder adquirido, una especie de visión extra. Me creía invisible, al acecho. me subía y me escondía horas viendo pasar a la gente. A veces me ponía una polera en la cabeza y ropa negra y me creía ninja. a veces simplemente necesitaba mostrar mi destreza trepando, Ahora sólo subo un árbol para recordar aquella época donde el tiempo se sentía como una larga sábana tendida al sol secándose lentamente




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Amo trepar árboles, y también es algo que hago hasta el día de hoy. Cuando era chica, entre más arriba llegaras, mejor. Ahora no importa llegar tan rápida. El simple hecho de trepar un árbol, te saca por unos instantes de la realidad, es como estar en otro mundo, para mí, en un mundo donde puedo ser yo misma, sin caretas, sin fingir, sin inventar una sonrisa para nadie. Si quiero llorar, lloro. Y me siento en la compañía silenciosa del árbol, y por alguna razón me recomforta. Y es como que pronto todo se calma y está bien ahí, en ese lugar donde puedes ser tú mismo, donde no hay nada qué esconder.

Yo tuve una mala experiencia, cuando tenía 6 años me subí a un árbol y no me explico cómo, quedé montada y abrazada a una rama. No podía mover un dedo sin caer del arbol. Como era verano, vestía yo short y polera. Pasó como media hora, aparecieron muchos zancudos y se adhirieron a mis desnudas extremidades. A todo ésto, había mandado a mi primo a avisar para que me bajaran y su discurso era "a C. se la están comiendo los zancudos". Entonces lo mandaban de vuelta con un polerón. Finalmente, me rescataron, con 150 picaduras en cada pierna y/o brazo. Lo bueno es que ahora soy inmune a los zancudos.
Aun así, encuentro de lo más entrete trepar árboles. Pero ahora me voy asegurando de poderme bajar después por mis propios medios.
Besosss!

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